Contextualicemos para el que no le suenen estos términos. Se dice que en Bolivia hay dos tipos de personas, como dos estratos sociales, siempre intentando evitar las acepciones “clases”. Tenemos por un lado a los ‘collas’, caracterizados por su origen, en su mayoría de los estados más occidentales, de marcada tez oscura y reconocidos en todo el territorio como los más trabajadores y ahorradores. Y por el otro a los ‘cambas’, acumulados en su mayoría en el estado de Santa Cruz, cuna de un culto al cuerpo y a la belleza propio de lugares donde el buen tiempo y el calor predomina, ciudad que ve año tras año como una de sus paisanas conquista el título de la mujer más bella de Bolivia, y donde la competencia es más feroz cada año que pasa (mientras los cirujanos plásticos se frotan las manos con el boom). La mayor peculiaridad de los cambas está en su consumismo y en su afamada 'pachora' (típica por otra parte del caluroso clima que disfrutan todo el año). El camba, si tiene dos pesos, corriendo se los gasta o lo invierte, a diferencia del colla que lo ahorra. Santa Cruz tiene una actividad empresarial importante. Como la ciudad más habitada del país que es, incluso supera a La Paz en número de empresas. También ayuda el hecho de que las petroleras se localicen en esta parte del país y, más aún, el impulso económico que realiza el dinero que viene lavado de la droga –esta zona del país se encuentra plagada de campos de coca y su cercanía a Brasil la hace como un punto caliente en el ámbito del narcotráfico-. Por su elevado tren de vida, su prosperidad económica y por su historia, Santa Cruz es el único estado boliviano con intenciones serias de conseguir cierta autonomía -NO independencia-, mostrando con mucho orgullo (el mismo que hiere a Evo) su propia bandera e himno. Y es que, aseguran los cruceños, hasta para conseguir cualquier visado uno se tiene que desplazar a La Paz, situada en la otra parte del país.
Santa Cruz es la tierra camba por excelencia, aunque hoy en día son muchos los collas que con el sudor de su trabajo están adquirtiendo pequeños lotes de tierra para trabajarla y properar en una tierra de la que hasta hace no mucho eran vetados. Hubo un tiempo, hace pocos años, que en plena revuelta colla, miles de campesinos (collas) se revelaron al unísono y emprendieron un peregrinaje desde sus aldeas, montados en sus burros, a pie o como pudieran, hacia la ciudad santa cruceña. Se cuenta que en estos hechos se hicieron barbaridades. Violencia y venganza por cada esquina en un enfrentamiento cargado de odio y resentimiento auspiciado por un sentimiento colectivo opresión y rebelión. Y es que la historia siempre se repite. Todo esto ya se calmó, no pasó más allá de un enfrentamiento puntual –aunque muy violento- del que no mucha gente quiere hablar. Pero la rabia sigue latente en sus sentiemientos.
Cuando uno viaja por el país, de occidente a oriente, va saboreando una pizca del sentir y el pensar de sus gentes. Hay de todo, para todos los gustos. Nos cuentan que Evo Morales agarra fuerte las riendas de un país al que ya le tocaba el cambio; por otra parte también nos aseguran que este Evo tiende inexorablemente hacia una dictadura de izquierdas en el que la opresión a los cambas y el asedio a la oposición política llevará al país a una crisis que podría incluso derivar en una guerra civil que nadie desearía. Lo que sí está claro es que, en numerosas ocasiones, se siente una distinción según uno sea camba o colla, y bastante resentimiento. Y esto, personalmente, me parece peligroso. Aunque claro está que en incontables ocasiones, la gestión –o determinadas acciones- de Evo son generosamente aplaudidas por el votante camba, pero se le achaca un asesoramiento político bastante mejorable.
(Sacado de: Periodista Itinerante)